3 de diciembre de 2009

Mis Jordan

Negras, doradas y con el símbolo de Jordan en la semibota. Así eran mis Jordan XIII, preciosas. No recuerdo bien si las calcé en la temporada de su estreno, la 97-98. Lo que no olvido es la sensación que causaban.

Por aquel entonces, yo aún jugador de baloncesto, me las ponía desconocedor de lo que mis pies estaba vistiendo: lo último en tecnología para mi amado (siempre) deporte.

De talla US 10 ó 44 para Europa, mis "zapas" no llegaron a mí a través de una compra, un flechazo o un deseo. Yo, blanco de pruebas de TUTI, las heredé debido al mayor tallaje de pie del dueño de LA GARITA.

Como jugador de básquet ya habían pasado por mis pies infinidad de marcas y modelos. Desde las J'Hayber de los inicios, pasando por unas Huarache y Fila de Grant Hill, hasta las magníficas Reebok "Pump" predecesoras de las Jordan.

Debido a la elegancia del modelo y de sus colores, ese par de "sneakers" servían tanto para desplazarme por la pista de juego como de la de baile. Se convirtieron en unas compañeras inseparables que me salvaron en cualquier situación.

Jamás imaginé hasta qué nivel podía un regalo significar tanto para un despistado. Gracias.

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