27 de enero de 2010

Las tarjetas

Mil años parece que han pasado ya desde la última vez que revisé mi colección de tarjetas, estampas, cards, trading cards o como quieran llamarles, de baloncesto.

Con motivo de la ya mecionada llegada a nuestras vidas de las revistas de baloncesto, de la mano, llegó la fiebre por las tarjetas. Fleer, Topps pero sobre todo las colecciones de Upper Deck se convirtieron en objetivos. Completarlas, una obsesión.

Por pedido a través de las revistas o buscando como locos por todas las tiendas de la ciudad, buscábamos la tarjeta necesaria para terminar la colección del 95, 96 ó 97. Durante varios años las fuimos guardando, la mayoría de ellas repetidas, en cajas de bombones y en los estupendos álbumes que, excepto por su tapa de cartón en la mayoría de ellos, nos brindaba la factoría Upper Deck.

El siguiente paso fue traérselas desde los Estados Unidos. En el primer viaje a Nueva York del fundador de este blog y de la maravillosa tienda TUTIPLEIN en Murcia, uno de los pedidos estaba claro. Entre camisetas de baloncesto, ropa de vestir, zapatillas y demás, vinieron cards de todos los colores, tamaños y deportes.

Por entonces, las "cards" clásicas que recibíamos por pedido en España habían dado paso ya a multitud de variedades, colecciones especiales y efectos visuales. Cómo olvidar aquellas primeras que venían con la tecnología del "holograma" como nosotros las denominábamos. O aquellas firmadas por los más grandes de la época en oro, plata y bronce. Y por supuesto, las numerosas ediciones especiales con el más grande de los grandes: Micheal Jordan.

Tiempo hace que no persigo las colecciones con aquel furor. La edad, el distanciamiento de las revistas o la pérdida de la pasión coleccionista de antaño. No lo sé. Lo que sí sé es que la caja de madera donde están a salvo de las inclemencias del tiempo, es uno de mis mayores tesoros.